El verdadero Todo Original es Infinito y Eterno. Siendo todo, alberga dentro de sí la Verdadera Nada Original. La Nada es la sombra del Todo.
Siendo la Sustancia (Todo), Infinita y Eterna, su sombra debe ser también infinita y eterna. A veces la sombra parece ser pequeña y a veces parece extenderse en formas inmensas. Pero aun cuando parece haber desaparecido, está todavía latente dentro de la Sustancia.
Desde la Nada contenida dentro del Todo se proyecta la infinita y eterna Nada, la Creación, o Falso Todo.
El Verdadero Todo Original es Uno, Infinito y Eterno. La Verdadera Nada Original, al estar en el Verdadero Todo, es también una, infinita y eterna. Pero el Falso Todo que se proyecta desde la Verdadera Nada, es innata y eternamente dual, al comprender innumerables nadas o a todas las cosas en la Creación.
Dentro de estas nadas hay innumerables nadas temporales, tales como: ¿Qué te pasa? Nada. ¿Qué comiste? Nada. ¿Qué tienes en la mano? Nada. ¿Qué ves? Nada. De este modo no hay fin a las acciones y reacciones de la experiencia de la Nada por las innumerables nadas del Falso Todo, las cuales son proyectadas desde la Única Verdadera Nada Original que es infinita.
El Verdadero Todo Original es Infinito y Eterno; en él está la Verdadera Nada Original. Innumerables nadas se manifiestan desde la Única Verdadera Nada Original. Y desde estas nadas hay un continuo flujo de nadas temporales. De tal modo, dentro de la Única Verdadera Nada Original están las nadas y las nadas de nada. Cuando se comparan estas nadas con la Única Verdadera Nada Original, en verdad son nada.
La Nada está en el Todo; el Todo no sería una completa totalidad sin la Nada.
La Nada que está en el Todo engendra a la nada con apariencia de que parece ser todo. Como la Nada es, todo parece ser.
Toda actividad en todas las partes de la creación no es sino un juego del todo y la nada. Cuando hay una cesación completa de esta actividad, la Nada prevalece. Cuando se alcanza esta Nada, se tiene Todo. Entonces, relativamente hablando, la Nada es Todo, mientras que aquello que llamamos todo es nada.