El humor del divino juego de amor está en que Aquel que es buscado es Él mismo el buscador. Es el Buscado quien impulsa al buscador a preguntar: ¿Dónde puedo encontrar a Aquel que busco? El buscador que pregunta: “¿Dónde está Dios?”, es realmente Dios diciendo: “¿Dónde está de verdad el buscador?”