La Realidad es Existencia infinita y eterna.
La Existencia no tiene propósito en virtud de ser real, infinita y eterna.
La Existencia existe. Siendo Existencia tiene que existir. Por eso la Existencia, la Realidad, no puede tener ningún propósito. Solamente es. Es existente por sí misma.
Todo –las cosas y los seres– en la Existencia tiene un propósito. Todas las cosas y los seres tienen un propósito y deben tener un propósito, o de lo contrario no pueden ser en la existencia como lo que son. Su mero ser en la existencia prueba su propósito; y su sólo propósito al existir es quedar desprovisto de propósito, es decir, alcanzar la ausencia de propósito.
La ausencia de propósito es de la Realidad; tener un propósito es estar perdido en la falsedad.
Todo existe sólo porque tiene un propósito. En el momento en que ese propósito se ha cumplido, todo desaparece y la Existencia es manifestada como Ser existente por sí mismo.
El propósito implica una dirección y, puesto que la Existencia, siendo todo y estando en todas partes, no puede tener dirección alguna, las direcciones deben ser siempre de la nada y no conducir a ninguna parte.
Por consiguiente, tener un propósito es crear una falsa meta.
Sólo el Amor está desprovisto de todo propósito y una chispa de Amor Divino prende fuego a todos los propósitos.
La Meta de la Vida en la Creación es llegar a la ausencia de propósito, que es el estado de la Realidad.