Una de las famosas anécdotas del advenimiento de Buda relata acerca de la conversión de un célebre ladrón, que se llamaba Angulimala.82 Cuando Buda se acercó a la ciudad de Savatthi, vio que había guardias armados por todos lados para proteger a la ciudad contra Angulimala, cuyo nombre significaba “collar de dedos”. Angulimala asesinaba a sus víctimas, les cortaba los dedos y agregaba éstos al collar, y tenía aterrorizada a la gente del lugar y de la zona rural circundante.
Buda averiguó dónde vivía Angulimala y anunció que lo visitaría. Uno de los monjes intentó disuadirlo para que no fuera, pero no tuvo éxito. Otro monje suplicó a Buda que llevara consigo un guardia armado, pero Buda simplemente se rió y, diciéndoles a los monjes que regresaría pronto con Angulimala, les pidió que trataran a éste con amor y bondad.
Cuando Buda pasó por la guarida de Angulimala, éste estaba tramando ansiosamente su siguiente robo y asesinato. Angulimala le gritó: “Detente”, Buda replicó: “Yo me detuve. Eres tú el que no lo ha hecho”, y siguió caminando. Cuando Angulimala se abalanzó sobre Buda blandiendo una espada, Buda lo miró a los ojos y la espada de Angulimala cayó al suelo. La mirada de Buda paralizó a Angulimala, y ambos se sentaron. Finalmente Angulimala le preguntó a Buda por qué había venido a verlo, y Buda le contestó que Angulimala lo necesitaba.
Buda le explicó que Angulimala era un buscador, alguien que buscaba la aventura y el desafío, y que él había venido a mostrarle una aventura más grandiosa que la que había imaginado y una conquista que no había logrado. Cuando Angulimala le preguntó cuál era esta aventura, Buda le dijo que se trataba del Sendero Óctuple que le permitiría vencerse a sí mismo y vencer el temor. Cuando Angulimala le preguntó por qué querría hacer eso, Buda le explicó que a Angulimala lo esclavizaba su ambición de poder, de bienes materiales y de avasallamiento. Aunque los demás se inclinaban temerosos ante Angulimala, éste se inclinaba desenfrenadamente ante sus propios deseos y efectivamente era esclavo de éstos. Buda le dijo que él podía mostrarle cómo llegar a ser dueño y señor de sí mismo.
Buda le explicó que el sendero espiritual exigiría arduo trabajo y paciencia, y que Angulimala conocería el dolor y el sufrimiento a lo largo del camino. Angulimala le juró que sería capaz de la tarea y le explicó que seguiría a Buda como discípulo. Antes de que se despidieran, Angulimala le preguntó a Buda qué quiso decir al principio con eso de que se había detenido. Buda le explicó que él había cesado de hacer daño a todos los seres, pero que Angulimala no lo había hecho.
Buda regresó al sitio en el que estaban los monjes y les presentó a su nuevo discípulo como “el Hermano Angulimala”. Angulimala se arrepintió, frente a todos, de sus malas acciones y le preguntó a Buda si alguna vez podría superar el karma de aquellos actos. Buda le replicó que buscando la virtud y concentrándose en lo Imperecedero, él podría expiar sus malas acciones. Todos los que habían presenciado esta transformación quedaron profundamente conmovidos.
Angulimala decidió soportar el sufrimiento causado por su propio karma, cuando anduvo, en la aldea y en las ciudades, entre la gente que lo despreciaba profundamente por lo que había hecho. Angulimala dijo que había hallado la paz interior incluso en medio de su sufrimiento. Llegó a ser respetado por su arduo trabajo y su fervoroso esfuerzo, y eventualmente encontró iluminación.83
De manera parecida, Baba transformó en este advenimiento, a un ladrón famoso que se llamaba “Satya Mang”. Meher Baba narró esta anécdota en 1954, en India:
Una vez, en Bajo Meherabad, cuando existía la gran colonia y yo había disuelto todo y me mudé a un lugar nuevo llamado Toka a pocos kilómetros de distancia, quedaron aquí unas pocas personas. Un iraní que era de buen corazón pero un poco chiflado [loco] tuvo que estar de guardia durante la noche. Debía gritar a intervalos “Todo está bien” a la vez que demostraba a los otros que estaba despierto. En esa época había un ladrón muy famoso, llamado Satya Mang, quien había robado y matado a una cantidad de personas. Una noche, este Satya Mang había robado a un hombre en el camino de aquí a Ahmednagar. La noche siguiente le sucedió algo a este querido iraní; un burro perdido vagaba por aquí y el iraní pensó que era Satya Mang. Entonces despertó a todos, que estaban muy nerviosos. Un mandali anciano se desmayó. El iraní gritaba todo el tiempo: “¡Satya Mang está aquí!”. Un rato después encendieron un farol y vieron que ahí no había nadie; entonces abrieron la puerta y vieron al burro.
Cuando escuché esta historia pensé que esta ilusión ¡supera incluso la ilusión universal que yo creé eras atrás! Entonces mandé a buscar a Satya Mang, quien se ufanaba tanto de su fuerza que la policía le tenía miedo y los aldeanos temían denunciar sus amenazas. “No conozco a Meher Baba, vete”, le dijo a mi mensajero, e injurió mi nombre.
Pero tiempo después Satya Mang vino, diciendo que, en un sueño, había visto a Baba sentado sobre su pecho. Yo estaba sentado como de costumbre y, ni bien Satya Mang me vio, se postró y empezó a llorar. Lo hice sentar en silencio a mi lado. “A partir de hoy quiero que renuncies a robar y matar, y que disuelvas tu banda, y que, para tu sustento, vengas a verme y te suministraré dinero,” le dije. Me prometió que lo haría.
Desde ese día Satya Mang renunció a sus viejos hábitos. Reincidió una vez; unos meses más tarde pensó en robar a alguien. Un prestamista había dejado desocupada su casa, y Satya Mang se sintió tentado a robarla. Entró por la fuerza y vio la forma de Baba parado en la entrada. Entonces vino a verme de inmediato y me dijo: “Tú me has salvado.” Cuando fui a Persia [en 1929] y dejé aquí sólo a una familia, le dije a Satya Mang que cuidara Meherabad. A veces yo tenía mucho dinero. Y en otras ocasiones, tenía poco dinero o nada. En la Nueva Vida yo mendigaba la comida y hacía que los mandalis mendigaran. Satya Mang había dejado de robar. Estaba viviendo cerca de mí y él traía comida a la familia, mendigándola para ellos de una aldea a otra.84
Más de un año después, cuando Baba programaba trabajar con los pobres de India, Satya Mang fue uno de los participantes. “Parado entre los pobres estaba Satya Mang, y Baba, una vez más, interrumpió la ceremonia cuando llegó el turno de Satya Mang y contó la historia de éste como un delincuente que se había transformado. De pie ante Baba, Satya Mang empezó a llorar y sus lágrimas testimoniaron su amor a Baba y su gran fe en él.”85
En 1940 Meher Baba contó la siguiente anécdota relacionada con Buda y otro asesino famoso:
Había un hombre que era un bárbaro asesino. Asesinó en su vida a noventa y nueve personas. Un día se sintió muy deprimido y hastiado de todo. Entonces fue a ver a Buda, y francamente le confesó sin tapujos todos sus crímenes, agregando que se estaba sintiendo muy abatido y quería poner fin a todo eso. Buda le dijo que se fuera a sentar a la vera de cierto camino y pensara en él [en Buda]. El asesino lo hizo, y pasaron los años.
Un día, mientras estaba sentado allí pensando en Buda, pasó por el lugar un jinete que se detuvo y le dijo que se hiciera a un lado. Éste se negó y el jinete empezó a azotarlo con su látigo. Instantáneamente, reincidiendo en sus viejos hábitos, por la fuerza el hombre desmontó al jinete de su cabalgadura ¡y lo apuñaló! Lo asesinó. Sin embargo ¡en ese mismo instante el hombre Realizó a Dios!
El jinete estaba llevando personalmente un mensaje de un rey a otro ordenando la muerte de cien espías. Salvando la cantidad exacta de vidas que él había asesinado, se equilibraron sus sanskaras buenos y malos. Por supuesto, el hombre no sabía todo esto, y solamente así fue salvado por Buda porque el Maestro lo sabía. Por lo tanto, si ustedes obedecen implícitamente y sin cuestionamientos, ustedes ganan, porque si bien lo que ustedes plantean es limitado, el Maestro lo sabe todo, y les da precisamente lo que es mejor para ustedes.86
Estas anécdotas son un ejemplo de cómo el Avatar trabaja continuamente para rehabilitar a un criminal. También muestran que la única salida de nuestra difícil situación kármica consiste en consagrarnos a un Avatar o a un Maestro Perfecto.
La historia suele deformar la personalidad de los Avatares. Cada uno de los Avatares fue dinámico, carismático, enérgico y, a su modo, contundente. En el caso de Buda, la historia lo describe a veces como un hombre abstraído, contemplativo, como de otro mundo, que era sensible y compasivo pero nunca fuerte, severo y apasionado. El hecho de que Buda, como todos los Avatares, velara a veces su fuerza para hacer que sus seguidores estuvieran cómodos alrededor de él, ni por un instante implica que no tuviera todo el tiempo reservas de fuerza de poder infinitos a las que todos los Avatares tienen acceso si optan por usarlas.
Buda fue todo menos pasivo al decidir abandonar la “vida perfecta”. Él gozó como un príncipe, y las duras privaciones mentales y físicas que soportó durante los años de su develamiento son inimaginables. Asimismo Buda fue el único hombre que no le tuvo miedo a Angulimala y lo enfrentó sin ayuda de nadie. La forma de su amor fue más grande que la fuerza de Angulimala.
En el plano de lo cotidiano, Buda exhibió combinadamente infinita tolerancia con los defectos humanos en algunas situaciones y ninguna tolerancia con el mal comportamiento en otras. Al enterarse de que uno de los monjes había robado hábilmente una valiosa madera del rey, engañándolo, Buda se indignó sancionando una norma por la que ordenaba que cualquier monje que cometiera un delito por el que un laico sería castigado debería ser expulsado de la orden.87 De manera parecida, cuando se enteró de que algunos monjes habían conseguido cuotas completas de comida diciendo falsamente que tenían poderes sobrenaturales en una época en la que había una tremenda hambruna en la zona, Buda criticó severamente a estos monjes y sancionó la norma por la que, en el futuro, esta mala conducta sería castigada con la expulsión de la orden.88 Él también tenía la esperanza de que los laicos se abstuvieran de quitarles la vida a las criaturas vivientes y de causarles dolor, y también de robar, cometer adulterio, mentir, rumorear, calumniar y hablar con dureza.89
Cuando un monje resentido trató de matar a Buda desatando a un elefante asesino en el momento en el que Buda y los monjes estaban caminando por un sendero, Buda se mantuvo tranquilo y amable. La gente del pueblo, aterrorizada por el elefante, trepó a los techos de sus casas. Buda domesticó con amor al peligroso elefante y, desde entonces, el animal fue manso y dócil. Este episodio muestra que Buda dominaba todas las situaciones y ponía de manifiesto una fuerza que era apropiada para cada situación. Minimizan su carisma de Avatar aquellos que le atribuyen milagros, al igual que aquellos que lo describen solamente como un monje contemplativo.
Buda se esforzó en concentrar su mensaje en las Cuatro Nobles Verdades y en el Sendero Óctuple. El mensaje de Baba no fue diferente; y lo adaptó para el siglo XX y los siete siglos siguientes, no para la India de hace dos mil quinientos años.
En 1932, mientras navegaba hacia Inglaterra, Baba comentó a sus mandalis: “Si ustedes examinan mis actividades, enseñanzas y trabajos del pasado encontrarán que, de una manera u otra, contienen los elementos de todas las religiones. Combinan las enseñanzas de todos los grandes Profetas de antaño: Jesús, Zoroastro, Buda, Krishna, Moisés y Mahoma.”91 El hecho de que todas las religiones se hayan fragmentado en comunidades separadas, creyendo cada una que tiene el monopolio de la fe, es uno de los problemas de esta era que Meher Baba va a resolver: “Me propongo unir todas las religiones y todos los cultos como cuentas en un collar, y revitalizarlos para las necesidades colectivas.”92
Baba nos dice: “Por lo tanto, los deseos materiales nunca conducen hacia la felicidad permanente. Por el contrario, suscitan invariablemente muchas clases de interminable sufrimiento. Cuando un individuo está lleno de deseos materiales, inevitablemente almacena una abundante cosecha de sufrimiento. El deseo es inevitablemente la madre de muchos sufrimientos: esta es la ley.”93 Baba amplió la explicación: “No solamente los individuos sino también el mundo entero está inmerso en el sufrimiento. Cuando llega el sufrimiento lo hace de conformidad con la divinamente establecida ley del karma.”94 Las mismas palabras podrían haber provenido tranquilamente de Buda.
El sendero para salir de este valle de lágrimas es el mismo que en la época de Buda: “La verdadera felicidad empieza cuando uno aprende el arte de adaptarse adecuadamente a los demás, y esta adecuada adaptación implica olvidarse de uno mismo y amar. De ahí surge la importancia espiritual de transformar en una vida de amor la vida limitada por el egoísmo.”95 El sendero es difícil, exigirá erradicar al ego, y este es un proceso largo y difícil: “El amor puro es fuera de lo común porque, en la mayoría de los casos, al amor lo adulteran las motivaciones egoístas que penetran subrepticiamente activadas por los sanskaras malos que se acumularon. Es extremadamente difícil purificar la enquistada ignorancia consciente que se expresa con la idea del ‘yo’ y de ‘lo mío.”96
Baba vino para estar con nosotros como Buda, y nunca nos abandonó. Su trabajo nunca terminó, y él regresa una y otra vez para señalar la misma dirección a la humanidad. Como príncipe, él “tuvo todo”. Renunciando a la vida material perfecta para vivir perfectamente la espiritualidad, nos mostró el camino hacia la felicidad. No fue un mero monje itinerante. Fue y será siempre Dios en forma humana.