La mente humana no sólo pasa por experiencias, sino que las evalúa constantemente. Algunas experiencias se consideran agradables y otras experiencias se consideran desagradables; algunas experiencias generan felicidad, causan alegría y otras dolor, sufrimiento; algunas experiencias se perciben como gratas, y otras como desagradables; algunas experiencias parecen restringir la vida del hombre, limitarlas, y otras, dirigirla hacia la libertad y la plenitud; algunas experiencias se consideran buenas, y otras experiencias se consideran malas. Estos son los opuestos creados por la imaginación humana al enfrentar la vida desde un punto de vista particular.
La concepción del hombre de lo que es aceptable o inaceptable, va evolucionando , va cambiando de acuerdo con la naturaleza de los deseos que resultan ser predominantes en un determinado momento. Pero, mientras haya cualquier tipo de deseo en la mente, se ve obligado el hombre a evaluar su experiencia en relación con ese deseo y dividirlo en dos partes: la parte que contribuye a su realización y por lo tanto, es aceptable; y la otra la que tiende a evitar el cumplimiento del deseo y es por consecuencia, inaceptable. En vez de afrontar la vida y todo lo que conlleva sin ningún tipo de expectativas, sin enredos o evasión, la mente crea un estándar con el que divide la vida en opuestos; uno de los opuestos es considero aceptable, y el otro es considerado inaceptable.
De los opuestos creados por la mente humana, la división entre el bien y el mal es la más significativa espiritualmente. Se basa en el deseo del hombre de ser libre, libre de las limitaciones de todo deseo. Aquellas experiencias y aquellas acciones que incrementan las ataduras del deseo son malas, y aquellas experiencias y acciones que tienden a liberar a la mente de los deseos que la limitan, son buenas. Como las acciones y experiencias buenas también existen en relación al deseo, restringen de la misma manera en que lo hacen las experiencias y las acciones malas. Toda atadura sólo puede desaparecer realmente, cuando desaparecen todos los deseos. Por lo tanto, la verdadera libertad llega cuando el bien y el mal se equilibran entre sí y se fusionan tan completamente, que no queda posibilidad para que el ser limitado del deseo pueda elegir.
Aunque la consciencia humana se ha desarrollado plenamente, encontramos en la conciencia humana una preponderancia de malos elementos, de bajas impresiones, ya que en las etapas pre-humanas de la evolución, la consciencia ha operado mayormente bajo tendencias limitantes como la lujuria, la codicia y la ira. Las experiencias y acciones creadas y sostenidas por tales tendencias egocéntricas han dejado sus impresiones en la mente en desarrollo, y de esa manera la mente ha almacenado estas impresiones de la misma manera en que una película registra el movimiento de los actores. Por lo tanto, es fácil ser malo y es difícil ser bueno. La vida animal, de la que emerge la consciencia humana, está determinada mayormente por la lujuria animal, la codicia animal y la ira animal, aunque algunos animales en ocasiones desarrollan buenas cualidades, como puede ser la capacidad de sacrificio, de auto-sacrificio, el amor y la paciencia. Si todos los sanskaras animales acumulados hubieran sido negativos, hubieran sido malos y ninguno bueno, la aparición de buenas tendencias en la consciencia humana no hubiera sido posible.
Aunque algunos sanskaras animales son buenos, la mayoría son malos, son negativos; por lo que, al principio, la consciencia humana se encuentra sujeta a una fuerza propulsora que es mayormente negativa, que es mayormente mala. Desde el principio mismo de la evolución humana, el problema de la emancipación de la liberación consiste en cultivar y desarrollar sanskaras buenos para que se puedan superponer con los sanskaras acumulados negativos y de esta manera poder anularlos. El cultivo de sanskaras positivos, desarrollantes, buenos se consigue mediante el fomento de experiencias y acciones que son opuestas a las que predominan en la vida animal. El opuesto de la lujuria es el amor, el opuesto de la codicia es la generosidad, y el opuesto de la ira es la tolerancia o la paciencia. Al intentar vivir en el amor, la generosidad y la tolerancia, el hombre puede borrar las tendencias de la lujuria, la codicia y de la ira.
El proceso general de liberarse de la limitación de los sanskaras, por lo tanto, debe ser acompañado por el proceso de renunciar al mal por el bien. Sin embargo, que una persona sea buena o sea mala en cualquier momento dado, depende del funcionamiento inexorable de sus sanskaras. Desde este punto de vista, el pecador y el santo son lo que son, de acuerdo con las leyes que operan en el universo. Ambos tienen el mismo comienzo y ambos tienen el mismo final. El pecador no tiene por qué llevar el estigma de la degradación eterna y el santo no tiene por qué estar orgulloso por sus logros morales. Nadie, sin importar qué tan santo sea, ha alcanzado las alturas de la virtud moral sino después de una vida de fracasos morales, y nadie es tan malo como para ser incapaz de mejorar y llegar en algún momento a la bondad. Todo individuo, sin importar cuán depravado sea, puede mejorar y mejorar gradualmente, hasta convertirse en el mejor ejemplo para toda la humanidad. Hay esperanzas para todos, siempre. Nadie está completamente perdido y nadie debe perder la esperanza. Sigue siendo cierto, sin embargo, que el camino a la divinidad se encuentra mediante la renuncia del mal en favor del bien.
El desarrollo gradual del bien trae consigo el amor, la generosidad y la paz, la calma. Los sanskaras buenos depositados por las manifestaciones de estas cualidades se superponen con los sanskaras opuestos de la lujuria, la codicia y la ira, y de esta manera los van equilibrando. Cuando hay un equilibrio y una superposición exacta de los sanskaras buenos y malos, de inmediato se terminan ambos tipos de sanskaras y la consciencia se precipita de un estado de confinamiento, de un estado de encierro, a un estado de libertad. Las columnas del deber y el haber, del crédito y del débito deben ser exactamente iguales si la cuenta ha de quedar en cero, pero usualmente, o el débito es mayor, o el crédito es mayor, y la cuenta sigue abierta. Es importante notar que la cuenta sigue abierta, no sólo por el exceso de débito, sino también por el exceso de crédito. Sólo se puede cerrar cuando ambas partes estén equilibradas. En el campo de los sanskaras, este equilibrio es poco común porque en cualquier momento dado, ya sean los sanskaras buenos o los sanskaras malos son predominantes. Así como la cuenta puede seguir abierta por exceso de débito o de crédito, la vida del yo limitado se prolonga y se sostiene mediante el exceso de sanskaras buenos o malos. El yo limitado puede persistir tanto a través de los sanskaras positivos, desarrollantes, buenos, como a través de los malos sanskaras. Lo que se requiere para su extinción final es un equilibrio y una superposición exacta entre los sanskaras malos y los sanskaras buenos.
El problema del equilibrio y la superposición exacta de los sanskaras buenos y malos, no es un problema matemático de igualar cantidades correspondientes. Si se tratara solo de igualar cantidades, se podría resolver al acumular buenos sanskaras persistentemente. Si hay un cese o ralentización de la acumulación de sanskaras malos, y si paralelamente, hay una acumulación incesante de sanskaras buenos a una velocidad mayor, tarde o temprano los sanskaras buenos coincidirán cuantitativamente con el cúmulo de sanskaras malos y de esta manera se efectuará el equilibrio necesario. Para la liberación de la consciencia, los sanskaras buenos y los sanskaras malos, no sólo deben equilibrarse en cuanto a fuerza, sino que debe haber una superposición de punto a punto de un opuesto, uno sobre otro. Entonces, en cierto sentido, el problema ante cada centro de consciencia es un problema específico relacionado con la variedad cualitativa de la naturaleza de los sanskaras acumulados.
Si la acumulación de sanskaras buenos prosigue independientemente de la constitución específica de los sanskaras existentes, está la posibilidad de acumular en ciertas direcciones un exceso de sanskaras buenos, en paralelo con la existencia de sanskaras malos de un tipo diferente. Por ejemplo, mediante la mortificación de uno mismo y otras formas severas de ascetismo, algunas formas de apego pueden ser de alguna manera anuladas, pero otras formas de apego pueden permanecer inalteradas por estas prácticas y de esta manera seguir existiendo. No sólo es probable que el aspirante ignore las formas de apego que han subsistido, sino incluso puede continuar con sus prácticas de auto-mortificación y ascetismo por la fuerza propulsora de los sanskaras creados por estas mismas prácticas. En tal caso, se crea un exceso de sanskaras positivos, de sanskaras buenos sin ponerle fin al ego limitado. Aún si las otras formas de apego que permanecieron inalteradas se deshacen posteriormente, el ego puede transferirse a estos nuevos sanskaras buenos y continuar viviendo a través de estos nuevos sanskaras.
La liberación no es sólo una cuestión de acumulación de virtudes; se requiere un ajuste, un ajuste inteligente de los sanskaras. Cada centro de consciencia gravita inconscientemente hacia la liberación final de la realización de la Verdad, y existe una tendencia natural en la mente para invitar hacia sí misma, justo el opuesto preciso para que cumpla con los requisitos espirituales de la situación. Sin embargo, éste no es un proceso mecánico y automático que pueda efectuarse solo, independiente del esfuerzo inteligente y correcto por parte del sadhak, por parte del peregrino. A menudo el peregrino ve que es imposible saber lo que es realmente necesario,no lo comprende, no lo ve, no se da cuenta a menos que tenga la suerte de contar con la infalible ayuda de un Qutub, de un Maestro Perfecto, el único con el entendimiento directo e inequívoco respecto de lo que es exactamente necesario en cada caso específico.
Se ha visto que los sanskaras buenos pueden ser el medio para que persista la vida del yo limitado. Cuando una persona se ve a sí misma como buena y no se ve a sí misma mala, refuerza su convicción de identificarse con esta afirmación de sí mismo. A pesar de afirmarse en la bondad sólo es una continuación de la existencia dual, de la existencia separada en una nueva forma. En algunos casos, esta nueva posición que el ego ha construido es más difícil de desmantelar, porque la identificación de sí mismo con el bien suele ser más completa que la autoidentificación con el mal. La identificación con el mal es más fácil de resolver, porque tan pronto como el mal se percibe como algo malo, su control sobre la conciencia se debilita. Debilitar el control del bien presenta un problema más difícil, ya que el bien aparenta la justificación de sí mismo contrastando favorablemente con el mal. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, el aspirante se cansa de su nueva prisión, de esta nueva posición dentro de una prisión y después de esta percepción, abandona su existencia dual, su existencia separada al trascender justamente la dualidad entre el bien y el mal.
El ego cambia la identificación del mal por el bien, ya que el bien le da un mayor sentido de expansión. Tarde o temprano, el peregrino percibe que su nueva morada no es menos limitante, encierra, encierra tanto como la anterior. Entonces encuentra que el proceso de demolerla es menos difícil que el proceso de demoler la antigua morada de identificación con el mal. La dificultad con respecto a la morada del mal no es la de percibirla como limitación, sino de desmantelarla tras haber llegado a esa percepción. La dificultad con respecto al bien no está en desmantelarla, sino en percibir que en verdad es una limitación. La diferencia se da porque los sanskaras animales se arraigan más firmemente debido a su origen antiguo y largo tiempo de acumulación. Es importante notar que el bien aprisiona tanto como el mal, aunque el aprisionamiento del bien se puede deshacer más fácilmente después de ser percibido como una limitación.
El ego vive ya sea mediante sanskaras malos, mediante sanskaras buenos, o mediante una mezcla de sanskaras buenos y malos. Por lo tanto, la liberación de la consciencia de todos los sanskaras puede darse mediante un equilibrio y mediante una superposición de sanskaras buenos sobre sanskaras malos; o bien mediante el equilibrio y superposición de algunos sanskaras buenos sobre sanskaras malos, y mediante el equilibrio y superposición de algunos sanskaras malos sobre sanskaras buenos. Cuando un plato está sucio se puede limpiar cubriéndolo con jabón y enjuagándolo con agua. Esto es como si los sanskaras buenos se superpusieran con los sanskaras malos. Ahora bien, si el plato está grasoso, una forma de deshacerse de la grasa es cubriéndolo con polvo y después, enjuagándolo con agua. Como el polvo es lo menos grasoso en el mundo y, en cierto sentido, lo opuesto a la grasa, cuando se aplica polvo sobre un plato grasoso, es fácil limpiarlo. Esto es como si los sanskaras malos se superpusieran a los sanskaras buenos.
Cuando hay un equilibrio y una superposición exactos de sanskaras buenos y sanskaras malos, ambos desaparecen, quedando la mente como si fuera una gran pizarrón limpio sobre la cual no hay nada escrito, y por lo tanto refleja la verdad, la verdad tal y como es, sin ningun tipo de distorsión ni perversión. Jamás hay algo escrito en el alma. Los sanskaras se depositan en la mente, y no en el alma. El alma se mantiene sin mancha, pero sólo cuando la mente es un espejo limpio, transparente, puede reflejar la Verdad. Cuando tanto las impresiones del bien como las impresiones del mal desaparecen, finalmente la mente ve, ve al alma. Esto es la Iluminación. Pero que la mente vea al alma, no es lo mismo a que el alma se conozca, porque el alma no es la mente, sino Dios,. Dios mismo, quien está más allá de la mente. Por lo tanto, aún después de que la mente ha visto el alma, debe fundirse con el alma, si es que el alma ha de conocerse en Verdad. Esto es la Realización. En este estado la mente en sí, con todos sus sanskaras buenos y malos, ha desaparecido. Es un estado más allá de la mente, que por lo tanto también está más allá de la distinción entre el bien y el mal. Desde el punto de vista de este estado, sólo hay una existencia indivisible caracterizada por el amor infinito, por la paz, por la felicidad y el conocimiento. La lucha perpetua entre el bien y el mal ha desaparecido porque han dejado de existir tanto el bien como el mal. Sólo existe la vida inclusiva, la vida íntegra de Dios.