Entonces Adi Jr. leyó un mensaje ya preparado: “Trabajar por la libertad espiritual de la humanidad: Un llamado a mis más estrechos discípulos”, en el que Baba enumeró diferentes tipos de libertad y recalcó: “Solamente la libertad espiritual es absoluta e ilimitada”.

El espíritu del hombre clama en todo el mundo en favor de la libertad. La humanidad se caracteriza principalmente por amar la libertad y buscarla. En todas las razas y en todos los climas, en todos los países y en todas las épocas, el santo y seña ha sido siempre “libertad” para esta humanidad que lucha y anda a tientas.

Sin embargo, son poquísimos los que realmente comprenden qué implica totalmente la libertad verdadera e incondicional; y muchos más son los que, al comprender parcialmente las reales condiciones de la libertad, pugnan solamente por alcanzar una clase de existencia que les brinde una relativa libertad. De manera que distintas personas anhelan diferentes clases de libertad, de acuerdo con las diferentes cosas que ellas llegan a valorar.

En todos los niveles sociales se busca la libertad para vivir como uno quiere. Esta libertad que se exige imperiosamente suele expresarse ajustándose a algunas condiciones externas de la clase de existencia que la gente desea vivir. Así, quienes identifican su ser con su país buscan la libertad nacional o política. Quienes se inspiran en aspiraciones religiosas buscan la libertad religiosa. Quienes apoyan entusiastamente las ideas sociológicas o culturales buscan libertad de tránsito y libertad para expresar los ideales que ellos abrigan y desean propagar. Incluso si todas las condiciones externas de una vida en libertad se cumplieran y garantizaran por completo, el alma del hombre seguiría viviendo en triste esclavitud si esa alma no lograra liberarse espiritualmente.

Todos los diferentes tipos de libertad que se ajustan a algunas condiciones externas deben existir, interiormente, dentro de determinados límites, pues la libertad que un individuo, una comunidad o un estado busca debe ser coherente con una libertad similar y al alcance de los demás individuos, comunidades o estados. La libertad nacional, económica, religiosa o cultural se expresa en la dualidad de la existencia y por medio de ella. Vive en la dualidad y se sostiene con la dualidad; por lo tanto, tiene que ser relativa y limitada, y no puede ser infinita. Existe en variables grados, e incluso si se la gana con persistentes esfuerzos, no podrá ser un logro permanente, puesto que las condiciones externas que una vez se obtuvieron no pueden asegurarse para siempre, sino que pueden deteriorarse con el paso del tiempo.

Solamente la libertad espiritual es absoluta e ilimitada. La aseguramos para siempre cuando la ganamos con persistentes esfuerzos. Aunque la libertad espiritual puede expresarse y realmente se expresa en la dualidad de la existencia y por medio de ella, tiene como base y sostén la realización de la unidad inviolable de la vida toda. Una condición importante de la libertad espiritual es estar libre de todo deseo. El deseo encadena la vida mediante el apego a condiciones que satisfarían ese deseo. Si no hay deseo, no hay dependencia ni limitación. El alma se esclaviza por medio de sus deseos. Cuando el alma rompe las cadenas del deseo, se emancipa y deja de ser esclava del cuerpo, de la mente y del ego. Esto es libertad espiritual, la cual implica Realización final de la unidad de la vida toda y pone término a toda duda y preocupación.

Sólo en la libertad espiritual el hombre puede tener permanente libertad y autoconocimiento integral. Sólo en la libertad espiritual surge la certidumbre suprema de la Verdad. Sólo en la libertad espiritual se pone término finalmente a la limitación y al dolor. Sólo en la libertad espiritual podemos vivir para todos, y sin embargo desapegarnos en medio de todas nuestras actividades. Cualquier tipo inferior de libertad es comparable con una casa construida sobre arena, y cualquier tipo inferior de logro tiene su carga de temor al desmoronamiento. Por lo tanto, no hay don más grande que el de la libertad espiritual, y no hay tarea más importante que la de ayudar a los demás a que se liberen espiritualmente. Quienes comprendieron la importancia suprema de la libertad espiritual tienen que pugnar no sólo por ella por sí solos, sino también compartir el deber que Dios les asignó, el cual consiste en ayudar a los demás a que la ganen.

Quienes son inspirados por el espíritu de desinteresado servicio se apresuran a prestar a la humanidad toda la ayuda posible atendiendo a las necesidades de la existencia, tal como ropa y techo, comida y medicamentos, educación y otras comodidades de la civilización. Al recorrer la senda del deber, no sólo están preparados para luchar por los débiles contra la agresión y la opresión, sino también para ofrendar sus vidas en aras de los demás. Todas estas clases de servicio son grandes y buenas, pero en última instancia, la ayuda que asegura la libertad espiritual de la humanidad es superior a todas aquellas. Ese servicio es de insuperable importancia.

El modo de ayudar a los demás a alcanzar la libertad espiritual es muy diferente del modo de prestar otras clases de ayuda. Ustedes pueden proporcionar alimentos a los hambrientos, y lo único que ellos tienen que hacer es comerlos. Ustedes pueden proporcionar ropa a los desnudos, y lo único que ellos tienen que hacer es usarla. Ustedes pueden proporcionar casas a los que no tienen techo, y lo único que ellos tienen que hacer es vivir en ellas. Sin embargo, nada que ya esté hecho podrá aliviar de inmediato a quienes espiritualmente viven esclavizados. La libertad espiritual tenemos que ganarla nosotros mismos luchando con desvelo y sin claudicación contra el ego inferior y los deseos inferiores. Quienes han de ser soldados defensores de la Verdad tienen que ayudar a todos, no sólo lanzándose a la emocionante empresa de alcanzar la victoria sobre sí mismos, sino también dando todos los pasos para lograrla. No hay otro modo de compartir su carga.

— Bhau Kalchuri, Lord Meher VIII.