Sarnath es el lugar más sagrado para los budistas de todo el mundo. Está conectado con la época del Buda Gotama por ser el lugar en el que, tras su Iluminación total en Bhodigaya, predicó su primer sermón e inició a sus primeros cinco discípulos. Después de esa época, el Buda vivió únicamente en Sarnath, y allí estableció el centro de actividades para toda India.

En Sarnath hay muchos templos budistas y stupas gigantescos. En el templo principal, cerca de los stupas, un artista japonés pintó frescos que representan escenas de la vida del Buda. También hay celdas subterráneas, separadas y de piedra, que originalmente se usaban para meditar, con escaleras que conducen hacia ellas. En esa época, la mayoría de esas cuevas subterráneas estaban en ruinas.

Cuando Baba llevó a las mujeres para mostrarles este lugar, indicó a su hermana Mani que anotara en un papelito el nombre de los Avatares conocidos de este ciclo, y que se lo diera. Cuando Mani le entregó el papel con los nombres de Zoroastro, Rama, Krishna, Buda, Jesús y Mahoma, Baba se lo guardó en el bolsillo mientras bajaba los escalones que conducían hacia el subterráneo.

En la muy fría mañana del 7 de diciembre, Baba volvió caminando con sus compañeros a aquellas cuevas y pasajes subterráneos de las ruinas de Sarnath; cada hombre vestía solamente langoti (taparrabo). Estaban desnudos casi por completo, y hacía tanto frío que todos tiritaban penosamente. A cada compañero se le entregó una copia de la plegaria que debería recitar. Sentado en la escalera, Baba indicó que cada uno leyera en silencio y mentalmente la plegaria durante cinco minutos cuando le hiciera señas para que empezara.

Aquellos antiguos alrededores en los que el Buda Gotama había conferido la diksha (iniciación) a sus discípulos eran tranquilos y silenciosos. Sentados en los escalones, todos contemplaban a Baba, quien, sonriendo, les indicaba que empezaran a repetir en silencio la siguiente plegaria:

“Dios, dame fuerzas para cumplir

las condiciones en un ciento por ciento.

Dios, ayúdame a decir la verdad,

y a no decir mentiras en circunstancia alguna.

Dios, ayúdame a controlar la ira,

y a mantenerme alejado de los deseos de lujuria y codicia.

Dios, ayúdame a ser justo, equitativo,

honesto y bondadoso con mis compañeros

y con quienes se ponen en contacto conmigo.”

Quince minutos después, Baba indicó a los compañeros que se vistieran y pusieran en fila. Baba estaba parado en un extremo del pasadizo, y cuando los compañeros estuvieron listos, les indicó que uno por uno se acercaran a él y le devolvieran el folleto que contenía la plegaria y, a medida que lo recibía, les estrechaba cariñosamente la mano uno por uno.

El rostro de Baba resplandeció evidenciando su satisfacción total por su labor cumplida. Sonriendo, Baba y los compañeros subieron por la escalera y llegaron a la puerta; allí Baba pidió a Ghani que repitiera siete veces en voz alta: “¡Ho gaya! ¡Ho gaya! (“¡Se acabó! ¡Se completó!”). Cuando Ghani estaba repitiendo ambas palabras, Baba se unió a él alzando su mano derecha en cada ocasión.

— Bhau Kalchuri, Lord Meher X.