Hay un nacimiento real y una muerte real. Naces una vez y mueres solamente una vez. ¿Qué es el nacimiento real? Es el advenimiento de la individualidad que traspasó la cognición de lo limitado hacia lo ilimitado, a través del destello de la primer consciencia más finita. ¿Qué quiere decir muerte real? Es la consciencia que se libera de todas las limitaciones, es la liberación... Por eso digo: muere por Dios y vivirás como Dios.
El pasado y el futuro existen sólo por el presente en el cual ambos están corporizados; en el pasado eterno cada segundo existió como el presente y cada segundo del eterno futuro existirá como el presente.
He dicho con énfasis en el pasado, lo digo ahora, y lo repetiré eternamente era tras era: despréndete de los disfraces de la vida y realiza la existencia que es eternamente tuya.
El corazón guarda la llave del misterio de la vida.
A menos que preguntes nunca aprenderás.
Los verdaderos intocables son aquellos que no van a entrar al templo del corazón a ver al Señor que allí mora.
La consciencia se completa en la forma humana y no hay necesidad de una mayor evolución del cuerpo o forma material. La evolución de las formas, por lo tanto, llega a su fin en la forma humana.
El propósito de la vida es realizar a Dios en nosotros mismos. Esto puede hacerse aun mientras cumplimos con nuestros deberes mundanos. En los quehaceres cotidianos de la vida y en medio de toda actividad, con desapego dedica tus actos a nuestro amado Dios.
Comprender el infinito, la realidad eterna, no es el propósito de los seres individualizados en la ilusión de la creación, porque la realidad nunca puede ser comprendida; ella debe ser realizada mediante la experiencia consciente. Por eso, la meta es alcanzar la realidad y lograr el estado de “yo soy Dios” en la forma humana.
No es buscando la felicidad o la seguridad personal sino ofreciendo una y otra vez la propia vida al servicio de otros, que es posible elevarse a la completud sin igual de la verdad realizada. A Dios no se lo busca huyendo de la vida sino estableciendo la unidad con el Uno en los muchos. Pureza, amor y servicio son los elementos de la vida espiritual.
El avance espiritual es la historia de una sucesión de entregas, una tras otra, hasta alcanzar la meta de la entrega final del ego separado; la vida así es completamente realizada. La última entrega es la única entrega completa.
La esperanza debe ser fortalecida con la valentía de aceptar el fracaso con ecuanimidad; el entusiasmo debe ser moderado por la sabiduría de saber esperar con paciencia los frutos de la acción. Los sueños idealistas del futuro deben ser equilibrados por el sentido de realidad del presente. El esplendor del amor se permite a sí mismo ser iluminado por el juego de la razón, libre y sin trabas.
Quienes limpian sus corazones del amargo veneno del egoísmo, el odio y la codicia descubren a Dios como su ser verdadero. La verdad de la vida divina no es una esperanza sino una realidad, todo lo demás es ilusión. Ten fe y serás redimido. Ten amor y conquistarás al ser limitado del deseo que oculta a tu propio ser verdadero: Dios.
Ten esperanza. Yo he venido a ayudarte a que te entregues a la causa de Dios y a aceptar Su gracia de amor y verdad. Yo he venido a ayudarte a ganar la única victoria de todas las victorias: la victoria sobre ti mismo.
Para que la vida interior sea armónica e iluminada hay que desarrollar cualidades divinas y expresarlas en la vida cotidiana. En la vida espiritual todas las cualidades se implementan y apoyan mutuamente, y la conexión entre ellas es vital.
¿Qué es la espiritualidad? Una serena actitud... ese estado de la mente en que nada te excita, nada te perturba… en que no piensas en ti mismo sino en los demás.
Quien lleva la música de Dios en su propio corazón, esa maravillosa música que es la música original, pierde su conciencia del cuerpo y ve a Dios en todas partes.
El viaje espiritual no consiste en ganar lo que uno no tiene, sino en disipar la ignorancia acerca de uno mismo y de la vida. Este viaje consiste en desarrollar la comprensión que comienza con el despertar espiritual. Encontrar a Dios es llegar al propio ser.
No desees nada excepto no desear. No esperes nada excepto elevarte por sobre toda esperanza. No quieras nada y lo tendrás todo.
En la vida espiritual no hay lugar para concesiones.