Dios es Amor. Y el Amor tiene que amar. Y para amar debe haber un Amado. Pero puesto que Dios es Existencia infinita y eterna, no hay a quien amar sino a Él mismo. Y para poder amarse debe imaginarse a Sí mismo como el Amado a quien, como Amante, Él imagina amar.
Amado y Amante implica separación. Y la separación crea el anhelo, y el anhelo causa la búsqueda. Y cuanto más amplia e intensa la búsqueda, mayor la separación y más terrible el anhelo.
Cuando el anhelo alcanza su máxima intensidad, la separación es completa y el propósito de la separación, que era que el Amor pudiese experimentarse a sí mismo como Amante y Amado, es cumplido; y la unión llega. Y cuando se logra la unión, el Amante sabe que siempre fue el Amado al que amaba y con quien deseaba unirse; y que todas las situaciones imposibles que tuvo que superar, eran obstáculos que él mismo había puesto en el camino hacia sí mismo.
Lograr la unión es tan imposiblemente difícil, ¡porque es imposible convertirse en lo que ya se es! La Unión no es sino el conocimiento de uno mismo como el Único.